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La huevada (re)reloded...Welcome to our magic world.

jueves, 19 de julio de 2012

Yo antes vivía en otro lugar

Y donde yo vivía, el vecino te saludaba con una sonrisa. Los chicles eran muy baratos, y cuando te daban vuelto en caramelos te llevabas un puñado. La gente tomaba mate en la calle.
Yo vivía en un lugar donde se cedía el asiento del colectivo a cualquier persona mayor. Por respeto y por amor. Abrir la puerta y pedir permiso era cosa de todos los días. Se usaban mucho las palabras “gracias” y “por favor”.
Cuando iba al colegio no llevaba celular. Claro, hace diez años no existían tampoco. Cada vez que no sabía el significado de una palabra recurría al libro gordo de Petete (más conocido como diccionario).  Los profesores, en general,  eran bastante respetables y respetados. Las travesuras mayores eran las bombitas de olor. La tarea se hacía  siempre,  se premiaba el esfuerzo y se intentaba cumplir con las exigencias de crecer.  Escribir bien era un mérito y las faltas de ortografía nos daban vergüenza.
Ir al boliche era ir al boliche. En las peleas de copetes  había códigos: no valían las piñas por atrás, no se golpeaba al que llevaba anteojos, ni se atacaba al que caía al piso. Si tocaban a uno, tocaban a todos.
A los 15 jugábamos a ser grandes, con vestidos sencillos. Valorando y respetando el esfuerzo y el amor de nuestros padres, haciendo lo que podían para vernos sonreír. No exigíamos tecnología, podíamos vivir sin internet porque difícil era que se conecte el cable. La marca de la ropa jamás fue una preocupación.
Mis padres se casaron unos años antes de los que cumplo yo. Una mano adelante y la otra atrás. Aprendieron a  vivir con lo justo (éramos tan pobres!) pero también aprendieron a saber que algún día llegaría la recompensa. Por lo pronto, la vida exigía algunos sacrificios: levantarse de madrugada para llegar a la otra punta del mundo:(“hija, en ese momento el que tenía trabajo lo valoraba y cuidaba…”) Volver a casa cansado, pero a  estudiar para poder recibirse. Mientras  tanto, acunaba a su bebé.
A las 22 era horario de protección al menor, porque comenzaban las novelas con palabras fuertes y besos apasionados. A las 24 ya no había nada más para ver.  Una buena forma de vender cosas era haciendo reír a la gente. Se apreciaba el humor inteligente y lo más grosero era Brigada Cola.
Antes de sacar una foto observabas cada detalle. Aprendías a observar. Las fotos se miraban en papel.
Los domingos se almorzaba en familia. El abuelo tenía razón, no por abuelo sino por sabio. Sabiduría de haber vivido más. Al abuelo lo amaba con todo mi corazón.
Yo apagaba las luces cuando no las usaba. Ahora lo sigo haciendo. Jamás tiraba un papel al suelo, por esa idea de que no hacía en otro lado lo que no hacía en mi casa. El afuera también es mi casa…Y algunas cosas me daban vergüenza.
No es que haya vivido mucho tiempo. Apenas tengo 29. Las cosas han cambiado tanto que  sospecho que me mudé. Me mudé sin darme cuenta.

LaChuni

martes, 17 de julio de 2012

Naranja de ombligo


100 palabras.
6 psicólogos de distintos gustos.
37 consejos bien pintados.
425 refranes.
14 libros de autoayuda.
5 hermanos del alma.
1 bolsa de hielo #
La última dio con su martillo en mi clavo:
“Tu problema, nena, no es que te sentís inferior a los demás. Todo lo contrario: te creés el ombligo del universo. Con un poder extraordinario para solucionar los problemas de ½  mundo  y, al mismo tiempo, causar todos los problemas existenciales del otro ½ que te sobra (ahora seguro que también te imaginás con la capacidad de inducir partos …)* . Pero quién te pensás que sos? DEJESE DE JODER, MIJA  y pongase la pava”

Es así. Era así? No, si. Es así. Mágicas, frías, sonrientes y sabias palabras**. Desde entonces, en vísperas de una nueva malasangre con síndrome de culpa, me digo nuevamente: DEJESE DE JODER, MIJA! Y pongo la pava...

*El mágico hecho tuvo lugar una mañana muy temprano en Julián A. Exactamente un día después de presentar mi culposa (por abandónica) renuncia. Mi (ex) jefe  en la dulce espera. Y esa noche fue papá por adelantado : “y vos seguro pensás que fue del disgusto que le diste, zapato!”
**Gracias, porque de tu sabiduría garrotera aprendo todos los días.

LaChuni

lunes, 16 de julio de 2012

Ay Dios! Y ese volcán de nervios...

Curiosa forma de aprender


Antes yo era distinta. El jardín de infantes fue un juego. La primaria una ñoñada y el secundario me vistió con guardapolvo nerd. Blanco y siempre impecable. Mis notas un orgullo de mamá y papá.

La facultad fue sobre rueditas un poco cojas, con varios tropezones pero sin demasiadas caídas. No las suficientes. Lástima, eso fue un error. Hubiera sido mejor hacerme de los cayos cuando era más propensa a la buena cicatrización.

La vida, sin embargo, decide por nosotros cuál es la mejor posición del reloj: vida profesional y cuarto. Tarde o temprano llegan las lecciones. Las piedras se repiten una y otra vez, como cinta de Moebius. Yo me siento en la fábrica de tiempos modernos. Me siento un poco de Chaplin. Ese es mi caso. Sin embargo, estoy convencida que tengo un coágulo en algún punto del cuerpo, haciendo piquete al conocimiento y cortocircuito entre la neurona A y la neurona B.

Sin embargo, mis ojos se abren cada vez más grandes y mis conversaciones autodidactas son cada vez más parecidas a señorita de jardín: a ver (reviso las cuentas una y otra vez. Agarro lapiceras y resaltadores de colores) entonces si 2 x 3 me dio 6…me dio 6 o anoté 7? O anoté 3 más 3 y me dio 6 pero no eran 2x3…ay dios, paro al miocardio!!!! Reviso, re-reviso, recontra-reviso. Mil errores, mil lecciones. Temblores.

No hay caso. No doy pie con bola. Ni siquiera doy con el pie, ni veo la bola! Y es la famosa idea de lección que tiene la vida, pero a mi me viene dando meta desaprobadas. Será que me tocó saber más de la sapiensa occidental del capitalismo anti-errores del boletín diez, que de la sabiduría oriental de Buda. Y ahora me cuesta un Perú aprehender eso de que “sólo se aprende de los errores”. Y bienvenidas piedras que me harán crecer a cuesta de moretones en el cuerpo! Tanto nudo en la espalda y ahora me duelen más las lecciones. De chiquita hubiera sido más elástica, dicen que tenía buena elongación.

Sin embargo, todo pasa en el momento justo. Y las lecciones llegan cuando el reloj da en las horas justas. Supongamos que si.
O al menos que se me escape el coágulo por una oreja y de salida me destape la sordera.


…Dicen que el momento más oscuro de la noche es justamente un segundo antes de amanecer. Y yo aquí, con mi sonrisa chueca, esperando que salga el sol…
LaChuni