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La huevada (re)reloded...Welcome to our magic world.

domingo, 8 de agosto de 2010

:::::::: Que tengas un gran día! ::::::::


En una clásica esquina del barrio de San Telmo, existe un franquiciante poco común. Una fábrica de pastas y rostisería, es el entorno elegido por nuestro amigo para hacer uso y comerciar con exclusividad su producto.

Con una sonrisa preciosa que emana paz y alegría y unas piedras semipreciosas sobre la caja registradora, el Señor Quetengasunbuendia recibe a sus clientes de lunes a viernes por 3 horas al mediodía.

Esto es claro, cuando no está en Miami de vacaciones. Lo lindo es que cuando vuelve a Buenos Aires, siempre tiene un bronceado Caribe increíble que da envidia a todo el barrio en pleno julio.

Y así, el Señor Quetengasunbuendia definitivamente tiene la concesión de los buenos días de toda la zona. Porque hace 15 días fui a comprar mis recurrentes milanesas de berenjena, y cuando me estaba dando el vuelto, se distrajo.

Y el Sr. Quetengasunbuendia se puso a hablar con uno de sus empleados y no me dijo la frase célebre de despedida. Sólo escuché el clásico “cachín cachín” de la máquina registradora adornada de cuarzos rosas y blancos.

Ese día fue trágico. No recuerdo muy bien qué pasó. Sólo recuerdo que evoqué del Sr. Quetengasunbuendia con asombro y admiración. ¿Podría ser que un sesentón canoso con cara de bondadoso y pleno, tuviera la franquicia de los buenos días de todo San Telmo?

Yo creo que es posible. Fui y se lo dije. Sonriendo para variar, me dijo “Que tengas un gran día y un excelente fin de semana”. Créase o no, compensó. Seguro que puede ser sugestión, pero hay algo en su sonrisa que dice lo contrario.

Hoy el Sr. Quetengasunbuendia está en Marbella. Visitando a su hijo allí, por primera vez. Imagino la cara de dicha del raviolero. Si todos los días emana felicidad, no quiero ni pensar en su expresión estando con su hijo en la madre patria.

Hace una semana que no me da los buenos días. A nadie del barrio, de hecho. Pero su hijo está a cargo de la fábrica de pastas. Y créase o no la buena vibra sigue en el ambiente.

El otro día lo encaré a su heredero sin ninguna inhibición. Le pregunté qué pretendía su padre y si le había dejado durante su ausencia la llave para los buenos días de todos los trabajadores de los alrededores de Bolívar y Méjico.

Me miró con sus ojos claros cándidos, me mostró todos sus dientes blancos impecables. De tal palo tal astilla. Misma sonrisa, misma alegría, mismo discurso de salida: “Que tengas un buen día, cachín cachín”.

Seguimos sonriendo en el barrio, seguimos teniendo buenos días. El Sr. Quetengasunbuendia disfruta en la playa panza arriba, lo cual también claramente nos llena de dicha. El universo funciona como debe. “Que tengan un buen día!”*


*Marca registrada, según parece.

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